En la cambiante dinámica de los 
escenarios de la economía capitalista global, el profesional de las ciencias 
económico-administrativas y organizacionales juega el papel protagónico de actor 
y agente económico promotor del crecimiento y del desarrollo de las 
organizaciones y empresas, y por ende de los pueblos, bajo un esquema de 
competitividad agresiva por la obtención y uso de los recursos existentes, por 
los procesos de transformación que implican innovación y desarrollo de 
tecnología, nuevas formas de estructura organizacional que privilegian la 
flexibilidad de comportamientos, cultura organizacional, procesos y estrategias 
orientadas a la absorción de incertidumbre y la simplificación del análisis de 
contextos de alta complejidad, entre otros factores importantes. 
Ser un profesional en 
administración con una orientación flexible implica un minucioso análisis de los 
valores morales, éticos, ideológicos y culturales, un examen permanente de los 
factores externos e internos como los económicos, políticos, sociales y 
tecnológicos que para  las organizaciones representan las oportunidades y las 
amenazas. Muchas de estas orientaciones tienen serias implicaciones éticas que 
requieren análisis detallados. Por lo tanto, el administrador profesional debe 
tener la capacidad para proponer la revisión de estos análisis para dar 
respuesta a los desafíos de los procesos globales, nacionales y locales en 
beneficio de la efectividad de logros en beneficios operativos organizacionales. 
La administración profesional es la conducción racional de las actividades de 
las organizaciones para la obtención de beneficios operativos. Por lo tanto, la 
administración es un proceso imprescindible para la existencia, supervivencia, 
crecimiento y desarrollo de las organizaciones. 
El administrador 
profesional debe tener las habilidades y capacidades para lograr resultados en 
trabajos conjuntos que demanda tareas como definir proponer y formalizar los 
consensos sobre la estructura de la organización, establecer las normas y pautas 
para realizar un ejercicio de liderazgo internamente que le permita variar las 
normas y lograr acuerdos entre los equipos de trabajo para lograr los objetivos, 
orientar a las personas y su organización para el trabajo, estudiar y conocer 
los valores de las personas de la organización para comprender y facilitar la 
resolución de conflictos y mejorar y mantener el ambiente de trabajo, comprender 
e interpretar lo social y guiar los procesos de la organización cultural desde 
el estudio de los fenómenos culturales tal como son y no como se presume que 
son. ( Zubiria y Tabares, 2002).  
En vez de desarrollar su 
trabajo haciéndolo mejor, para llegar a ser más conocedores y habilidosos, los 
administradores, directivos y ejecutivos tendrán que ser logradores o 
conseguidores. Habrán de ser capaces de buscar y comandar recursos, determinar 
estrategias y romper limitaciones para implementarlas. En vez de concentrarse en 
el uso consistente de sistemas de administración, políticas y reglas de la 
organización con un enfoque a obtención de altos estándares, se convierten en 
operadores con un conjunto de valores, principios y modelos, motivados por 
voluntad y habilidad para lograr. Es razonable preguntar ¿lograr qué?, 
pero la respuesta a esto descansa en el futuro que incluirá los medios para 
hacer mejor uso de cualquier recurso disponible, para mejorar la calidad de vida 
y por lo tanto el crecimiento y desarrollo de las comunidades 
organizacionales. 
El administrador del futuro 
claramente tiene que ser, como se dijo anteriormente, un buen operador, una 
persona motivada que puede obtener y controlar recursos de clase para lograr 
resultados, un administrador altamente desarrollado y autoconfiable. Desde el 
punto de vista individual se tendrá más autoactualización. En el perfil 
profesional del administrador se deben manifestar entre otras las siguientes 
características: actitud ante el cambio, actitud ante el riesgo, claridad y 
agilidad para vincular las personas de la organización en las respuestas a las 
demandas externas e internas, liderear una estructura que se haga flexible para 
que se puedan producir los cambios necesarios, desarrollar trabajo de equipo con 
pensamiento prospectivo que permita recrear continuamente la organización 
cultural y lograr una óptima coherencia entre las tres grandes áreas de la 
gerencia: la planificación, con la información que determina las demandas y los 
objetos que generan estrategias y políticas. La organización, que corresponde a 
la estructura de la organización y  por último el control interno del personal.  
(de Zubiria y Tabares, 2002). 
Este profesional de la 
administración se puede desarrollar entre los graduados de altos rangos de las 
universidades, donde se tiene que hacer con una metodología basada en una 
teoría de acción. Uno tiene solamente que mirar hacia atrás, para ver que los 
hombres jóvenes han sido capaces de crear cuando una oportunidad  ha llegado a 
las personas de gran talento. Los jóvenes profesionales ejecutivos, con una 
cultura urbana, entrenados en universidades privadas, también conocidos como los 
yuppies, son los que más rápidamente están asimilando los avances 
tecnológicos e incorporándolos a las prácticas directivas y administrativas de 
las organizaciones. 
Por lo tanto, bajo este 
esquema, el desarrollo de administradores implica un cambio en los procesos de 
enseñanza-aprendizaje, de tal forma que sean el resultado de experiencias, no de 
adiestramiento de la memoria. Por supuesto, uno de las mejores maneras de 
aprender en la actualidad, es haciendo. Un poco menos drástico son los esquemas 
de aprendizaje activo, donde los ejecutivos conducen proyectos especiales ya sea 
dentro de sus propias áreas o en cualquier otra parte como un proceso planeado 
de exposición. Estos esquemas que se han implementado por varios años, tienen 
también la ventaja del valor del proyecto y la prueba de la audacia de los 
administradores. Estos proyectos pueden involucrar acción individual o conducir 
a un proyecto de equipo, usualmente de una naturaleza multidisciplinaria. 
La educación deberá ser un 
proceso creativo-innovador, (que algunos futurólogos identifican como el rasgo 
característico de una nueva fase de la revolución tecnológica que vivimos en 
nuestros días) en el que el administrador logre desarrollar confianza, ideas, 
comunicación e interacción. Un modelo exitoso de formación de profesionales en 
las ciencias administrativas y organizacionales es el modelo japonés. Las 
compañías japonesas llevan a la práctica el siguiente proceso según Raymond 
(1988): 
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