lunes, 17 de septiembre de 2012

EL ADMINISTRADOR DEL FUTURO, EL FUTURO DE LA ADMINISTRACIÓN

En la cambiante dinámica de los escenarios de la economía capitalista global, el profesional de las ciencias económico-administrativas y organizacionales juega el papel protagónico de actor y agente económico promotor del crecimiento y del desarrollo de las organizaciones y empresas, y por ende de los pueblos, bajo un esquema de competitividad agresiva por la obtención y uso de los recursos existentes, por los procesos de transformación que implican innovación y desarrollo de tecnología, nuevas formas de estructura organizacional que privilegian la flexibilidad de comportamientos, cultura organizacional, procesos y estrategias orientadas a la absorción de incertidumbre y la simplificación del análisis de contextos de alta complejidad, entre otros factores importantes.

Ser un profesional en administración con una orientación flexible implica un minucioso análisis de los valores morales, éticos, ideológicos y culturales, un examen permanente de los factores externos e internos como los económicos, políticos, sociales y tecnológicos que para las organizaciones representan las oportunidades y las amenazas. Muchas de estas orientaciones tienen serias implicaciones éticas que requieren análisis detallados. Por lo tanto, el administrador profesional debe tener la capacidad para proponer la revisión de estos análisis para dar respuesta a los desafíos de los procesos globales, nacionales y locales en beneficio de la efectividad de logros en beneficios operativos organizacionales. La administración profesional es la conducción racional de las actividades de las organizaciones para la obtención de beneficios operativos. Por lo tanto, la administración es un proceso imprescindible para la existencia, supervivencia, crecimiento y desarrollo de las organizaciones.

El administrador profesional debe tener las habilidades y capacidades para lograr resultados en trabajos conjuntos que demanda tareas como definir proponer y formalizar los consensos sobre la estructura de la organización, establecer las normas y pautas para realizar un ejercicio de liderazgo internamente que le permita variar las normas y lograr acuerdos entre los equipos de trabajo para lograr los objetivos, orientar a las personas y su organización para el trabajo, estudiar y conocer los valores de las personas de la organización para comprender y facilitar la resolución de conflictos y mejorar y mantener el ambiente de trabajo, comprender e interpretar lo social y guiar los procesos de la organización cultural desde el estudio de los fenómenos culturales tal como son y no como se presume que son. ( Zubiria y Tabares, 2002).

En vez de desarrollar su trabajo haciéndolo mejor, para llegar a ser más conocedores y habilidosos, los administradores, directivos y ejecutivos tendrán que ser logradores o conseguidores. Habrán de ser capaces de buscar y comandar recursos, determinar estrategias y romper limitaciones para implementarlas. En vez de concentrarse en el uso consistente de sistemas de administración, políticas y reglas de la organización con un enfoque a obtención de altos estándares, se convierten en operadores con un conjunto de valores, principios y modelos, motivados por voluntad y habilidad para lograr. Es razonable preguntar ¿lograr qué?, pero la respuesta a esto descansa en el futuro que incluirá los medios para hacer mejor uso de cualquier recurso disponible, para mejorar la calidad de vida y por lo tanto el crecimiento y desarrollo de las comunidades organizacionales.

El administrador del futuro claramente tiene que ser, como se dijo anteriormente, un buen operador, una persona motivada que puede obtener y controlar recursos de clase para lograr resultados, un administrador altamente desarrollado y autoconfiable. Desde el punto de vista individual se tendrá más autoactualización. En el perfil profesional del administrador se deben manifestar entre otras las siguientes características: actitud ante el cambio, actitud ante el riesgo, claridad y agilidad para vincular las personas de la organización en las respuestas a las demandas externas e internas, liderear una estructura que se haga flexible para que se puedan producir los cambios necesarios, desarrollar trabajo de equipo con pensamiento prospectivo que permita recrear continuamente la organización cultural y lograr una óptima coherencia entre las tres grandes áreas de la gerencia: la planificación, con la información que determina las demandas y los objetos que generan estrategias y políticas. La organización, que corresponde a la estructura de la organización y por último el control interno del personal. (de Zubiria y Tabares, 2002).

Este profesional de la administración se puede desarrollar entre los graduados de altos rangos de las universidades, donde se tiene que hacer con una metodología basada en una teoría de acción. Uno tiene solamente que mirar hacia atrás, para ver que los hombres jóvenes han sido capaces de crear cuando una oportunidad ha llegado a las personas de gran talento. Los jóvenes profesionales ejecutivos, con una cultura urbana, entrenados en universidades privadas, también conocidos como los yuppies, son los que más rápidamente están asimilando los avances tecnológicos e incorporándolos a las prácticas directivas y administrativas de las organizaciones.

Por lo tanto, bajo este esquema, el desarrollo de administradores implica un cambio en los procesos de enseñanza-aprendizaje, de tal forma que sean el resultado de experiencias, no de adiestramiento de la memoria. Por supuesto, uno de las mejores maneras de aprender en la actualidad, es haciendo. Un poco menos drástico son los esquemas de aprendizaje activo, donde los ejecutivos conducen proyectos especiales ya sea dentro de sus propias áreas o en cualquier otra parte como un proceso planeado de exposición. Estos esquemas que se han implementado por varios años, tienen también la ventaja del valor del proyecto y la prueba de la audacia de los administradores. Estos proyectos pueden involucrar acción individual o conducir a un proyecto de equipo, usualmente de una naturaleza multidisciplinaria.

La educación deberá ser un proceso creativo-innovador, (que algunos futurólogos identifican como el rasgo característico de una nueva fase de la revolución tecnológica que vivimos en nuestros días) en el que el administrador logre desarrollar confianza, ideas, comunicación e interacción. Un modelo exitoso de formación de profesionales en las ciencias administrativas y organizacionales es el modelo japonés. Las compañías japonesas llevan a la práctica el siguiente proceso según Raymond (1988):

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